Examine la cultura del trabajo bajo presión de su equipo.
Demasiados equipos sobrevaloran el ajetreo, fomentando culturas de largas horas de trabajo, sobrecarga de reuniones y multitarea crónica. Pero nuestra obsesión por mantenernos ocupados es errónea y, de hecho, puede ir en detrimento de la productividad. He aquí cómo invertir esta tendencia destructiva.
Recompense el rendimiento, no sólo la actividad. Reconozca y promocione a los empleados que trabajen de forma eficiente y produzcan el trabajo de mayor calidad, no sólo a los que acumulen más horas.
Elimine el trabajo de poco valor y fomente el trabajo en profundidad. Realice una auditoría de su equipo para determinar cuánto tiempo a la semana dedican a tareas superficiales frente al tiempo que dedican a tareas de alto valor. Si los resultados se inclinan hacia el trabajo de poco valor, ayúdeles a establecer nuevas prioridades, delegar y eliminar el trabajo ocupado que obstaculiza la productividad real.
Anime a la gente a no trabajar a contrarreloj. Si quiere que sus empleados prosperen de verdad, debe darles tiempo para que se distraigan. Anímeles a salir antes, a trabajar menos los fines de semana y, lo que es más importante, a utilizar las vacaciones que tienen asignadas.
Modele el comportamiento adecuado. Los líderes más audaces no son los que trabajan hasta tarde, sino los que marcan la pauta haciendo una pausa. Cuando demuestre que su propio ajetreo no es un requisito previo para el éxito, es más probable que los demás sigan su ejemplo.
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