Puntos A Tomar En Cuenta Para la Implementación de Los Manejos En Reproductoras Pesadas
Durante los últimos años los cambios genéticos sucedidos en las diferentes líneas avícolas comerciales de reproductoras pesadas, obligan que en el campo se adecúe los manejos a las exigencias genéticas y que son indispensables para el óptimo desarrollo productivo. El ave está en constante transformación.
Debemos tener en cuenta que existe una realidad aplicable y necesaria para las aves que no ha cambiado hace 50 años, no ha cambiado actualmente y no cambiará en el futuro, y esta se llama confort o ambiente óptimo, entendiendo con este concepto ‘alimento bien formulado’; sin toxinas, ambiente con temperatura y humedad óptima, adecuada protección vacunal que se adapte a la realidad sanitaria del lugar, manejos en granja que eviten situaciones de estrés innecesarias, etc.
Durante los primeros días de la reproductora, la temperatura de piso es indispensable para un buen desarrollo de estructura corporal que es muy necesaria para el futuro del lote, y que debe ser aplicada según las recomendaciones de la respectiva casa matriz. Se recomienda generalmente en la recepción temperaturas de cama equivalentes a 32ºC, debido a la fisiológica propia del ave, pues en esta fase ella tiene un sistema fisiológico de termorregulación ineficiente.
El suministro de alimento debe ser controlado desde el primer día en granja, porque muchas veces en empresas donde ha sido aplicado el sistema ad libitum (libre) nos hemos dado con la sorpresa que el alimento consumido por el reproductor en la primera semana no alcanzó siquiera al promedio mínimo esperado (repito promedio) que según la experiencia es de 21 grs en la hembra y 24 grs en el macho, con el cual obtenemos pesos por debajo del estándar establecido por la línea genética.
Los pesos estándar determinado por la casa matriz deben ser cumplidos obligatoriamente en cada semana de vida del reproductor desde que llega a la granja. Es muy difícil tener buenos lotes de reproductoras pesadas cuando estos parámetros no son respetados, porque cada etapa de vida tiene un comportamiento fisiológico diferente y cuyas necesidades han sido estudiadas por los proveedores de genética tal cual se muestra en la Figura 1.
Si observamos detenidamente la Figura 1, vemos que durante las primeras semanas de vida, el ave está en la etapa de desarrollo y crecimiento; dicho de otra forma, aquí establecemos el fenotipo futuro de la parvada. La segunda etapa es de mantenimiento y crecimiento, por lo que algunas casas genéticas permiten que la hembra pueda ir por debajo del peso estándar con la finalidad de no crear un ave demasiado grande y que en producción nos obligue a brindar mayor cantidad de gramos de alimento para mantener una masa muscular innecesaria y que en el más mínimo retiro de alimento sea perjudicial para la producción; y cuando decimos por debajo es un máximo de -3% como promedio. A partir de las 16 semanas debemos preparar a las hembras para la etapa productiva; aquí se acelera el peso corporal y se acumulan las reservas necesarias para la persistencia de producción. Tener cuidado de estimular con demasiado alimento en esta última etapa, pues pesos demasiado altos con respecto al estándar nos puede ocasionar presencia de prolapso hasta las 28 semanas.
Todas las casas genéticas tienen como objetivo aves con un alto grado de eficiencia en la asimilación del alimento, logrando un pollo de carne con bajos costos de producción por Kg de carne producido; y por lógica, el reproductor lleva consigo este material genético. Los reajustes del perfil nutricional del alimento están basados en la energía, proteína y aminoácidos, y estos reajustes son cada vez más dinámicos, ya que las respuestas en campo obligan a estar analizando permanentemente las curvas productivas. Los nutricionistas y técnicos de granja deben de coordinar con mayor frecuencia, ya que no es lo mismo criar reproductoras en Lima que en Cochabamba a 2800 msnm y con temperaturas muy bajas, o en Maracaibo con 42ºC. Muy al margen de dónde sea criada el ave, los objetivos no cambian con respecto al peso, conformación, producción, cantidad de pollitos por gallina encasetada, etc
Durante la etapa de levante se debe relacionar el peso obtenido con la conformación del ave, por lo que la revisión de pechuga debe ser ejecutada semanalmente. Muchas veces encontramos lotes con pesos excelentes, pero la conformación encontrada no está acorde a lo esperado para una determinada etapa de vida. Si en caso ocurriera el desfase, es importante la interacción nutricionista–administrador de granja para analizar la data y adecuar las fórmulas y el manejo. Se recomienda seguir los lineamientos de las casas genéticas para este punto, tal cual se observa en la Figura 2 para la hembra y Figura 3 para el macho.
Los galpones oscuros han contribuido a mejorar la conformación de las aves, mejorar la eficiencia en la asimilación del alimento, una mayor docilidad de las aves, sincronización apropiada de la madurez sexual, mejorar la eficiencia de los programas de luz, etc., siendo los mejores resultados productivos en lotes criados con 1 lux por 8 horas y 0 lux por 16 horas. Se ha observado que las aves en producción necesitan 10 veces la intensidad de luz en las cuales han sido levantadas. El inicio del programa de oscuridad en los lotes es al día 29 y el término del programa está regido por lo que requiera la empresa, si es criadora de pollo puede estar entre 21 y 22 semanas, y si es vendedor de pollito puede retrasar una semana más con la finalidad de tener huevos incubables de mayor peso.
Lotes con el programa de oscuridad en levante bien aplicado, obtienen una madurez sexual muy uniforme, tal como muestra la Figura 4.
Los programas de luz deben ser adecuados a la realidad geográfica de los planteles; por ejemplo en el Perú, al estar situado debajo de la línea ecuatorial, y si tomamos como referencia Lima, observamos que los días más largos del año son el 21 de diciembre (aprox. 13.10 horas), y el día más corto del año es el 21 de junio (aprox. 11.20 horas), por lo que el programa de luz debe cubrir las necesidades mínimas fisiológicas para estimular la producción del lote que fluctúa entre 14 y 15 horas totales. Se recomienda que el ʻdía’ del ave empiece siempre a la misma hora y que los incrementos de horas se apliquen en la tarde.
El macho se levanta en semioscuro desde el día 29 hasta dos semanas antes de levantar el oscuro a la hembra. En caso de trasladar de levante a producción, se envía primero al macho para que defina el territorio y luego de 1 o 2 semanas a la hembra ejecutando el apareo. Tener el cuidado de solo aparear al macho sexualmente maduro, ya que de lo contrario, la hembra fijará el territorio minimizando la presencia sexual del macho e incidiendo en mala fertilidad.
La tendencia en la hembra a ganar peso luego del pico de producción es algo muy común en los lotes y trae consigo huevos grandes (mayores a 74 grs) afectando el proceso de incubación, baja la fertilidad y nacimiento, incrementa la cantidad de huevos redondos y alargados, además de bajar los porcentajes de aprovechamiento.
Se recomienda tener en cuenta lo siguiente:
Si nuestro proceso histórico nos asegura picos de producción altos por encima del estándar, se recomienda que el máximo de gr/a/día se brinde al ave cuando el lote obtenga entre 80% a 82% de producción/ día, con la finalidad de no ofrecer por mucho tiempo el máximo alimento. Posterior al pico de producción, bajar alimento a razón de 1 gr/a/día por semana.
Hoy las líneas genéticas están optando por tres tipos de alimento en producción, teniendo en cuenta que estos tipos de alimento son isocalóricos para no afectar la producción durante el cambio, y con porcentajes de proteína cada vez más bajos según avance la edad de la gallina y que serán determinados por la casa matriz. El alimento R1 se puede utilizar desde la semana 25 hasta la semana 32; el alimento R2 desde la semana 33 hasta la semana 50; y el alimento R3 de 51 semanas en adelante. Es importante indicar que la fertilidad de un lote no es solo determinada por el macho, sino también por la hembra.
Existen trabajos que indican que los excesos de proteína en la hembra alteran el pH del oviducto creando condiciones adversas al espermatozoide y, por consiguiente, causa baja fecundación.
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