En el mundo de la avicultura moderna, donde el equilibrio entre productividad y salud es más importante que nunca, cada decisión nutricional cuenta. Una de las herramientas más eficaces y a la vez menos invasivas que los productores tienen a su disposición es la suplementación con minerales orgánicos. Entre ellos, el selenio, el zinc y el cobre destacan por su impacto positivo sobre el sistema inmune de las aves, ayudando a mantener un estatus sanitario estable y sostenible a lo largo del ciclo productivo.
Más allá de lo básico: ¿por qué elegir minerales orgánicos?
Cuando hablamos de minerales en la nutrición animal, es importante entender que no todos son iguales. Los minerales orgánicos son aquellos que están unidos a una molécula orgánica (como aminoácidos), lo que mejora su absorción y biodisponibilidad en el organismo. Esto significa que las aves no solo reciben una mayor cantidad de estos nutrientes, sino que los utilizan de manera más eficiente. En sistemas de producción, donde el estrés ambiental y los desafíos sanitarios son constantes, esta diferencia marca un antes y un después.
Selenio: el guardián antioxidante
El selenio orgánico, especialmente en su forma de selenometionina, actúa como un poderoso antioxidante natural. Su papel principal es formar parte de enzimas como el glutatión peroxidasa, que neutralizan los radicales libres generados durante procesos inflamatorios o situaciones de estrés. En términos simples, el selenio ayuda a proteger las células del sistema inmune, permitiendo que las aves respondan mejor frente a infecciones y enfermedades.
Además, el selenio mejora la calidad del sistema reproductivo, promueve el desarrollo embrionario saludable y fortalece la inmunidad pasiva en los pollitos al nacer, lo cual es clave para enfrentar sus primeros días de vida.
Zinc: arquitecto del sistema inmune
El zinc es uno de esos minerales que participa prácticamente en todo: desde la formación de plumas hasta la activación de linfocitos T, células clave en la defensa inmunológica. El zinc orgánico estimula la producción de anticuerpos y favorece la integridad de las mucosas respiratorias y digestivas, actuando como una barrera física contra patógenos.
También mejora la cicatrización y la regeneración de tejidos, ayudando a las aves a recuperarse más rápido ante cualquier proceso infeccioso o vacunación. En aves jóvenes, el zinc es fundamental para el correcto desarrollo del sistema inmune, lo que se traduce en lotes más uniformes y resistentes.
Cobre: defensa y equilibrio
Aunque muchas veces se habla menos del cobre, su rol es igualmente crucial. Este mineral interviene en la formación de enzimas que regulan la inflamación, y tiene una acción directa contra bacterias y hongos, actuando como un agente antimicrobiano natural dentro del organismo.
El cobre orgánico también mejora la eficiencia del sistema cardiovascular y estimula la producción de glóbulos blancos, fortaleciendo así la primera línea de defensa del ave. Su inclusión en dietas balanceadas permite una mejor conversión alimenticia y menor incidencia de enfermedades respiratorias, sobre todo en ambientes con alta carga microbiana.
Una sinergia que se traduce en salud
Cuando estos tres minerales se suplementan en su forma orgánica en la dieta de las aves, no solo se aprovecha mejor su efecto individual, sino que se genera una sinergia poderosa que estimula y protege al sistema inmune de manera integral. Aves con un sistema inmune fuerte necesitan menos intervenciones médicas, tienen un mejor desempeño productivo y soportan mejor los desafíos propios del ambiente, como cambios de temperatura, vacunaciones o el estrés por manejo.
Por tanto, dar minerales orgánicos como el selenio, el zinc y el cobre a las aves en los programas nutricionales no es un lujo, sino una estrategia inteligente y responsable. Es invertir en salud desde la base, dando a las aves las herramientas que necesitan para defenderse por sí mismas. En una avicultura que evoluciona hacia la sostenibilidad y el bienestar animal, este enfoque cobra cada vez más sentido.
Porque al final, aves sanas producen más, mejor y por más tiempo.










